viernes, septiembre 01, 2017

The End


Ya llevaba algún tiempo dándole vueltas, varios meses, pero lo he ido posponiendo, porque en el fondo me daba pena. Pero creo que ha llegado el momento de echar el telón. Cada vez me estaba costando más actualizar y cuando lo hacía no todas las entradas tenían interés. La diversidad temática y tonal de este blog (excesiva incluso para la dispersión frecuente cuando nació, hace una década larga, en la época dorada de los blogs) lo condenó desde el principio de su existencia a no ser referente de nada ni a ser demasiado memorable, salvo por algunas entradas concretas que pueden considerarse inspiradas y que, aunque nunca virales, han mantenido un goteo de visitas a lo largo del tiempo. Pero cada vez eran menos los lectores, porque las entradas más interesantes solían ser demasiado largas para el lector casual actual que navega en la pantalla de su móvil. Y al final, la sensación de estar atado a un dinosaurio que no iba a ninguna parte, la falta de tiempo para hacer de manera regular entradas que merecieran la pena, la falta de público y los problemas con las imágenes del blog han acabado convenciéndome de que lo mejor era poner fin a estos trece años de locura.
Así que se acabó. Ha sido una decisión difícil, pero ha llegado el momento de cerrar este blog. No me iré muy lejos, seguiré escribiendo en algún otro blog (de momento tengo mi propia sección en Viñetario), en twitter y, con un poco de suerte, seguiré encontrando editores que me publiquen mis desvaríos.
Gracias por haber pasado por aquí.

martes, junio 13, 2017

Thimbleweed Park: el otro regreso sonado de 2017


Puede que ahora mismo todas las miradas de los nostálgicos estén puestas en el regreso de David Lynch a Twin Peaks, pero antes de que llegase los focos estaban en otro regreso igualmente deseado e igual de inesperado hasta no hace demasiado tiempo: en noviembre de 2014 Ron Gilbert y Gary Winnick, dos de los principales artífices de las míticas aventuras gráficas de Lucasfilms (incluyendo los míticos Maniac Mansion y Monkey Island), lanzaban un Kickstarter para realizar un nuevo juego destinado a ser una especie de sucesor espiritual de aquellos. El proyecto se llamaba Thimbleweed Park, y estaba concebido como un viejo juego perdido de 1987 que hubiese sido reencontrado. Tras un largo año de trabajo, el juego fue lanzado en marzo, obteniendo un aplauso bastante unánime de la crítica.
Con Twin Peaks y Expediente X como referentes argumentales (dos series ligeramente posteriores a la época referenciada, por cierto), la historia parte de la aparición de un cadáver a las afueras del pequeño pueblo que da nombre al juego, y de la llegada de dos agentes del FBI para encontrar al asesino. Rizando el rizo de lo ya realizado en Maniac Mansion y su secuela, donde se podía alternar entre tres personajes, o de Zak MacKracken, donde se llegaba al punto de poder alternar entre cuatro, en este juego se podría alternar hasta entre cinco personajes jugables (además de manejar a un sexto en la escena introductoria).

Los personajes, cada uno con sus motivaciones, habilidades y capacidades, son ya un acierto. Los agentes del FBI, la cínica y experimentada agente Ray y el inocente e idealista agente Reyes, son muy diferentes entre sí, y ambos tienen sus motivos ocultos para acudir a investigar a Thimbleweed Park, que saldrán a la luz hacia la mitad del juego. A ellos se unirán posteriormente otros tres: el desagradable payaso Ransome, otrora famoso por sus insultos, que hoy vive arruinado en una vieja caravana de un circo abandonado víctima de una maldición que le impide librarse de su maquillaje de payaso, y que busca cómo librarse de su maldición y recuperar su fortuna; el desafortunado fantasma Franklin, asesinado en el hotel, y al que le gustaría poder tener una última conversación con su hija; y dicha hija, la joven programadora Delores, que ha regresado al pueblo tras la muerte de su tío Chuck, el dueño de la empresa Pillowtronics que en sus momentos de esplendor daba trabajo a casi todo el pueblo, para la lectura de su testamento.
A ellos se suma un elenco brillante de secundarios (con mención especial para esas entrañables fontaneras e investigadoras de lo paranormal que van a todas partes vestidas de paloma) y una extraña ambientación en un pueblo bastante muerto (con la mayor parte de los negocios cerrados), lleno de máquinas computerizadas que funcionan a base de tubos de vacío (dándole un aire fuera de época a un juego que, en esencia, está igualmente fuera de época) y referencias a los viejos juegos de Lucasfilms son constantes, especialmente a Maniac Mansion, y algo menos a Monkey Island y Zak MacKracken, ayudando así a aumentar la sensación de universo compartido y, ya de paso, sacar varias sonrisas al público de nostálgicos al que va dirigido.

Pero la gran duda en un juego de estas características, que tanto apela a la nostalgia... ¿estaría a la altura de las espectativas?
Pues... SÍ Y NO.
Resulta difícil dar una opinión tajante sobre un juego que durante tres cuartas partes del mismo resulta brillante, para luego en el último cuarto deshincharse estrepitosamente a todos los niveles.
Y es una pena porque hasta esa parte final Thimbleweed Park apuntaba maneras de obra maestra. Con un cierre a la altura habría podido alcanzar los niveles míticos de unos Maniac Mansion o Monkey Island. Los aciertos son numerosos, los chistes son divertidos (aunque a veces abusa de la metarreferencialidad) y los puzzles son ingeniosos, evitando los poco lógicos o los que exigen una auténtica caza del píxel (salvo en el gag recurrente de la recogida de motas de polvo). Se le puede echar en cara que los personajes principales no tienen realmente motivos para colaborar entre sí salvo por el hecho de que los manejamos todos y es necesario que lo hagan para resolver ciertos problemas, pero poco más se le puede reprochar al juego, prácticamente impecable al menos hasta que los personajes consiguen entrar en la fábrica y desconectar el sistema de seguridad.

Pero a partir de ese punto la sensación que deja es que a los autores se les acabó el tiempo o el dinero antes de poder desarrollar el tramo final. La opción económica cobra fuerza si pensamos que en su kickstarter pidieron una cantidad muy baja para lo que cuesta desarrollar juegos hoy, que es mucho más que hace tres décadas y, si bien cuando presentaron el proyecto se pudieron ver imágenes al estilo de las de los juegos de los 80, la apariencia final del juego ha sido mucho más cuidada y pulida, por lo que es de suponer que invirtieron más de lo que pensaban en el desarrollo. Es la única explicación a varios misterios sin resolver, a varias subtramas abandonadas, a convertir la aventura en lineal a base de abandonar la diversidad argumental para centrarse solamente en resolver una trama (la de Delores, que acaba copando el protagonismo), y aun ésta cerrarla a toda prisa y sin especial brillantez más allá de dos o tres chistes inspirados. Un jugador atento puede encontrar, en diferentes diseños de escenarios, localizaciones y diálogos, pistas sobre lo que podría haber quedado fuera finalmente... pero sólo se puede soñar con ello. Una pena. Aun así los autores consiguen apañar la historia de un modo medianamente solvente, cerrando aunque sea de una manera apresurada y quizá no totalmente satisfactoria las tramas específicas de los diversos protagonistas y culminando la orgía de metalingüismo que es todo el juego con el metachiste definitivo, que sirve al mismo tiempo como colofón y como elegía a una era que ya no va a volver.
Comentar mucho más sería caer en el spoiler, así que me detengo aquí. Os animo a jugarlo, porque, pese a su final anticlimático, merece mucho la pena.
ADICTÓMETRO: 3,5/5 guybrushes

martes, mayo 23, 2017

Ensalada de series

Salgo de mi persistente inactividad para hablar por aquí de unas cuantas series que me he visto este último año. A estas alturas es difícil que se las vaya a descubrir a mucha gente, pero por si se os han pasado, ahí van. Prácticamente sin spoilers.


MR. ROBOT es la historia de Elliot Alderson (un genial Rami Malek en un papel que le ha valido un Emmy), un brillante hacker aquejado de síndrome de Asperger, en tratamiento por depresión crónica y con un síndrome disociativo de la personalidad al que no ayuda su afición a las drogas, que agravan su paranoia y sus delirios. Trabaja en una empresa de ciberseguridad y en sus ratos libres, como se muestra en la primera escena de la serie, ejerce como una especie de improvisado vigilante actuando contra gente que comete crímenes impunemente y a quienes descubre a base de hackear sus ordenadores. Su vida es una mierda pero parece bastante estable. Hasta que un grupo de hackers anarquistas que se hacen llamar fsociety, liderados por un enigmático personaje al que Elliot conoce como Mr. Robot por el logo de su chaqueta (al que da vida Christian Slater, productor de la serie, que por fin parece haber roto el gafe que le perseguía en sus anteriores aventuras televisivas), trata de reclutarle para lanzar un ataque informático que destruya todos los datos de la poderosa multinacional E Corp, anulando así todas las deudas de la gente.
Mr. Robot parece visualmente influída por la británica Utopia, con sus planos frontales y los personajes situados en situaciones anómalas dentro del encuadre, transmitiendo en general una sensación de frialdad y falta de humanidad, lo que tampoco es raro si tenemos en cuenta que la historia se ve a través de los ojos de un personaje con Asperger y aversión social. Elliot narra en off lo que sucede a lo largo de la serie, dirigiéndose en ocasiones directamente al espectador como si se lo estuviera contando a un amigo imaginario. Por ello desde el principio tenemos claro que todo está pasado por el filtro de su maltrecha psique, siendo el ejemplo más claro el del nombre de E Corp: desde la primera vez que se menciona, Elliot dice que él se ha acostumbrado a percibirla como Evil Corp, y a partir de entonces éste es el nombre que se le da, incluso cuando la mencionan otros personajes. El propio Elliot tiene dudas sobre su percepción de la realidad, dando origen a su conocida frase, que lanza directamente al espectador: "decidme que vosotros también estáis viendo esto". Por si fuera poco, Elliot, como narrador, puede decidir guardarse información o no contar toda la verdad en algunos momentos, como los espectadores pueden comprobar en la segunda temporada.
GENIÓMETRO: 3,5/5 colombos



Pese a que su modo de desarrollarlo es muy diferente, de un planteamiento similar, contar la historia desde el punto de vista de un personaje con problemas mentales, parte LEGION. Esta serie es un intento por parte de la Fox de aprovechar su franquicia de los X-Men también en TV, ante los buenos resultados que estaban obteniendo las series que expandían los universos superheróicos de Marvel y DC. Sorprendentemente su primera serie se ha centrado en un personaje poco conocido fuera del fandom, casi de tercera fila, aunque quizá eso ha permitido a Noah Hawley, el creador de la estupenda Fargo, tomarse unas libertades que de otro modo no hubiera tenido, porque de hecho reinventa totalmente el personaje, que poco parece tener que ver con el de los comics. La historia sigue a David Haller (el británico Dan Stevens, visto en Downton Abbey), un esquizofrénico que tras un intento de suicidio ha sido recluido en un hospital psiquiátrico, y cuya vida cambia cuando llega al centro una nueva paciente de la que se enamora, que le hace tener nuevamente deseos de salir del hospital y que le convence de que quizá las voces que dice escuchar sean reales, lo que le lleva a descubrir que efectivamente es un mutante con enormes poderes mentales y acabar en el centro de un enfrentamiento entre un grupo que trata de proteger a los mutantes y una fuerza gubernamental que trata de controlarlos y/o acabar con ellos.
Legion es un festival de montaje y juegos visuales, que combina la placidez de los bosques y los decorados con motivos circulares con la tensión de los lugares cerrados, pasillos bifurcados, luces rojas, proyecciones de video y primeros planos de rostros, además de agitar el montaje con insertos de versiones alternativas de lo que se nos está mostrando. David es esquizofrénico, a fin de cuentas, y lo que él percibe, incluso lo que él recuerda, puede no corresponderse con la realidad. De hecho, podría ser que nada de lo que cuenta sea demasiado real, a fin de cuentas entre las ilusiones más comunes que padecen los esquizofrénicos se encuentra la paranoia, la convicción de estar siendo perseguido por el gobierno, la idea de ser en realidad alguien especial y muy importante... elementos que se encuentran todos ellos integrados en la historia. Sus recuerdos tienen incoherencias y sucesos improbables, como ese tétrico y terrorífico cuento infantil que le contaba al pequeño David su padre, siempre en sombras. El mundo a través de los ojos de David resulta extrañamente irreal, y será a partir de la mitad de temporada cuando comience a explicarse el origen de todos sus traumas, haciendo que las piezas encajen y añadiendo nuevas referencias al universo mutante de los comics.
GENIÓMETRO: 3,5/5 colombos



Quizá fuera también esquizofrénico, quizá sólo tuviera crisis psicóticas agravadas por su abuso de drogas que le llevaban a tener visiones, pero está claro que la mente de Philip K. Dick no le permitía ver el mundo de manera normal, y eso impregnó su obra, que tendría gran influencia sobre la cultura popular posterior: incluso gente que no ha leído un libro en su vida ha quedado impactada con películas tan conocidas como Blade Runner, Desafío total o Minority report, que adaptan relatos suyos. Partiendo de una de sus más conocidas novelas (aunque desviándose bastante de ella) se ha realizado la serie EL HOMBRE EN EL CASTILLO, ambientada en una ucronía en la que los EE.UU. perdieron la II Guerra Mundial y su territorio ha quedado ocupado y dividido entre nazis y japoneses, con un pequeño territorio neutral de separación en las Montañas Rocosas. En una situación de tensión entre las potencias, con Hitler viejo y enfermo, entre los nazis surgen facciones que desean hacerse con el poder y atacar a los japoneses, que a su vez maniobran para hacerse con la bomba nuclear que tienen sus enemigos. La serie sigue a diversos personajes, pero principalmente a Juliana Crain, una joven a la que su hermana, que se había unido a la Resistencia contra la ocupación, le pide que entregue una película a alguien en la zona neutral; la película resulta ser una grabación de una realidad alternativa en la que los americanos ganaron la guerra, y Juliana descubre que es sólo una de muchas películas que aparecen misteriosamente con imágenes de otras realidades y que los nazis y la Resistencia, liderada por un hombre enigmático al que llaman "El hombre en el castillo", luchan en secreto por hacerse con ellas, dado que proporcionan información útil para sus fines.
La serie resulta un poco irregular y a veces presenta digresiones que no siempre aportan demasiado al conjunto, y la producción parece a veces un tanto plana, pero resulta entretenida y se muestra valiente a la hora de presentar un planteamiento que no es en blanco y negro en términos morales, sino con muchos tonos de gris intermedios, con héroes que se ven obligados a hacer cosas reprobables y villanos a los que animamos para que ganen porque a veces deben enfrentarse a villanos aún peores.
GENIÓMETRO: 2,5/5 colombos



Y para terminar, otra adaptación de un escritor también mítico. Conocido principalmente por sus libros de la Guía del autoestopista galáctico, Douglas Adams tenía también otra serie, menos conocida pero no menos genial, en torno a la figura de Dirk Gently, un detective holístico, esto es, que piensa que todos los acontecimientos del universo están interconectados y que por tanto cualquier cosa que investigue conducirá irremediablemente a estar más cerca de la resolución del caso; un personaje del que siempre he sido fan y que ya conoció una adaptación televisiva no hace mucho por parte de la BBC, de la que ya hablé por aquí en su momento. Las muchas posibilidades del personaje han dado paso a su salto a América con DIRK GENTLY'S HOLISTIC DETECTIVE AGENCY, serie escrita por Max Landis, director de Chronicle y American Ultra, guionista de comics e hijo del mítico John Landis. En su primera serie como creador cambia bastantes cosas del personaje, incluyendo su personalidad y su pasado, pero construye alrededor toda una mitología y un grupo de personajes realmente maravillosos y, en esencia, conserva el espíritu del personaje: la historia parte de un cúmulo de improbabilidades y disparates que aparentemente no tienen ni pies ni cabeza, a partir de ahí se van embrollando aún más, y al final, de alguna extraña manera, todo acaba teniendo sentido.
La serie tiene un aspecto tan alucinado como su argumento, y una magnífica música a cargo de Cristobal Tapia de Veer, el mismo compositor que ya creó las melodías de Utopia, y toma la perspectiva de Todd Brotzman, un botones de hotel de vida desordenada y al borde del desahucio que va a descubrir en una de las habitaciones del hotel varios cadáveres, incluyendo el de un conocido millonario, para posteriormente ser despedido de su trabajo y ser adoptado como asistente, contra su voluntad, por el excéntrico Dirk Gently, un tipo raro que se cuela en su apartamento y que dice haber sido contratado por el difunto unos días antes para encontrar a su hija desaparecida. La cosa se complica cuando ellos, con la ayuda de la hermana enferma de Todd y la guardaespaldas de la chica desaparecida, tengan que enfrentarse con una extraña secta, una vieja estrella del rock, una asesina holística que sigue principios similares a los de Dirk, un perro perdido, dos policías, dos agentes del FBI, un proyecto secreto del gobierno y un gato que ha sido testigo del crimen, entre otras muchas cosas extrañas. Y sí, gracias a un ingenioso guión, todo está interconectado. Muy disfrutable.
GENIÓMETRO: 4/5 colombos


Y esto es lo que me he estado viendo últimamente. Espero que os anime a echarles un vistazo.

martes, enero 10, 2017

Resumen del 2016: Comics del año

Para finalizar con mi tradicional resumen anual aquí os presento mi lista de los mejores comics del año. Como es habitual es una lista bastante subjetiva en la que mezclo obras que he podido leer que han sido publicadas este año en su país de origen con obras publicadas este año en España (aunque si ya las he incluido anteriormente en la lista al leerlas en su momento, no vuelvo a tenerlas en cuenta cuando llegan aquí). Sin más dilación os dejo con ella, aunque por supuesto, después de la lista encontraréis otras muchas recomendaciones, en la ya habitual sección de menciones especiales que a veces se alarga más aún que la propia lista.

15. THE BLACK MONDAY MURDERS, de Jonathan Hickman y Tomm Coker

La nueva colección del creador de Proyectos Manhattan y Este del Oeste y guionista de numerosas series de Marvel es un cruce equilibrado entre género negro y terror sobrenatural. Las familias más ricas y poderosas del mundo son adoradores del diablo que han obtenido y conservado su poder con sangrientos rituales. El asesinato de uno de los cabezas de familia supone el inicio de una investigación por parte de un detective de métodos excéntricos pero excepcionalmente sagaz, y el regreso a los círculos de poder de la hermana de la víctima, a la que las mismas familias desterraron tiempo atrás, y que regresa con ansias de venganza. Una serie de tempo lento pero que engancha.

14. CLASE LETAL, de Rick Remender y Wes Craig

Durante bastante tiempo he tenido la impresión de que, a pesar de un planteamiento inicial interesante, los autores no estaban aprovechando totalmente las posibilidades que ofrecía la serie. Pero en su tercer año de publicación por fin se han desatado y finalmente la historia ha tomado ese camino sangriento de puñaladas en la espalda e hijoputismo que se echaba a faltar en los primeros tres tomos y que cabía esperar de un cómic ambientado en una escuela de asesinos. El esperado baño de sangre cambia todo lo que se ha visto hasta ese momento y marca un nuevo comienzo de la serie, una especie de segunda temporada en la que ahora ya sabemos que nos podemos esperar cualquier cosa.

13. LAKE OF FIRE, de Nathan Fairbairn y Matt Smith

Con un argumento que básicamente podría resumirse en "cruzados contra aliens" uno se sentiría tentado a considerar esta miniserie de cinco números como una obra menor. Pero si bien su estructura es muy clásica y no arriesga demasiado en sus decisiones de guión, la verdad es que no lo necesita porque el cómic funciona como un tiro, sin perder ritmo en ningún momento, y resulta entretenidísimo. Yo desde luego me lo he pasado en grande con él.

12. BASURA, de Derf Backderf

La nueva novela gráfica del autor de Mi amigo Dahmer es la tercera encarnación del proyecto del autor de hacer un cómic basado en sus experiencias trabajando como basurero durante un verano en su época de estudiante: anteriormente ya había publicado con el mismo título un cómic de 50 páginas en 2002 que le había valido su primera nominación al Eisner, y un webcómic serializado entre 2010 y 2012. Aunque echo de menos el final bastante hijoputa de su primera versión, esta actualización resulta más completa por cuanto además de desarrollar más los personajes también cumple con una función didáctica y nos da detalles sobre los métodos habituales de recogida de basuras, sin dejar de entretener. Muy recomendable.

11. WEAVERS, de Simon Spurrier y Dylan Burnett

Miniserie de seis números que mezcla género negro y fantástico. Un atentado mata a una de las componentes de una familia del crimen organizado con poderes sobrenaturales que les proporcionan unas arañas parasitarias del espacio. La araña de la muerta acaba ocupando el cuerpo de un enigmático joven que en consecuencia se verá obligado a incorporarse a dicha familia, envuelta ahora en una guerra contra una mafia rival. Pero él tiene su propia agenda. Una historia bien escrita y que mantiene el suspense hasta las últimas páginas. De las series que más enganchado me han tenido este año.

10. ¡UNIVERSO!, de Albert Monteys

Con todo el respeto al enorme talento de Brian K. Vaughan y Marcos Martín, que es muchísimo (Barrier también es más que interesante), creo que el mayor tesoro que está publicando Panel Syndicate es esta serie de aparición cada vez más guadianesca pero resultados cada vez más brillantes, y de la que pienso que no se está hablando lo suficiente. En ella Albert Monteys se sacude su etiqueta de humorista para demostrar su enorme talento a la hora de crear comics de ciencia ficción. Es verdad que su sentido del humor sigue presente y que hay un permanente poso de ironía en sus historias, pero las dos entregas (¡sólo dos, ay!) que han aparecido este año dejan claro que tiene talento de sobra para desarrollar mundos fantásticos y situaciones dramáticas. Especialmente su quinto número, "Cristina del futuro", es antológico.

9. THE FIX, de Nick Spencer y Steve Lieber

Los autores de aquella pequeña joya que era Superior Foes of Spiderman vuelven a recrear las desventuras de unos perdedores amorales, aunque en esta ocasión fuera de los límites del universo superheróico, lo que les permite mucha mayor sordidez. Dos policías corruptos metidos en líos y en busca de una aventura jugosa que vender a Hollywood por una fortuna se ven envueltos en atracos, asesinatos, problemas con un gangster psicópata y un intento de pasar mercancía ilegal por un aeropuerto vigilado por un perro policía excepcionalmente capaz. Pura diversión.

8. DEPT. H, de Matt Kindt

Interesantísimo y claustrofóbico thriller en el que una investigadora se enfrenta a los peligros de una base submarina a miles de metros de profundidad en la que el científico al frente ha muerto en lo que probablemente haya sido un acto de sabotaje perpetrado por alguno de los otros siete habitantes de la base. Matt Kindt demostrando que se encuentra en un gran momento creativo y con su esposa Sharlene encargándose de un color a acuarela que le da a la obra una estética muy personal. Más que recomendable.

7. PAPER GIRLS, de Brian K. Vaughan y Cliff Chiang

Confesaré que tardé cuatro o cinco números en conectar con esta serie, pero una vez que te metes, vaya si merece la pena. Vaughan está en el mejor momento de su carrera (también tiene en marcha la estupenda Saga y la sorprendente Barrier) y con esta serie está desarrollando una joya de ciencia-ficción que tengo muchas ganas de ver hacia dónde va, porque de momento solo se nos han mostrado fragmentos muy pequeños de una imagen completa que apunta a ser enorme.

6. PROVIDENCE, de Alan Moore y Jacen Burrows

La despedida de Alan Moore de los comics muestra que el barbudo de Northampton todavía podía aportar mucho al noveno arte si hubiera querido. Una inteligente revisión de los mitos lovecraftianos y del género del terror que se va cociendo a fuego lento, creciendo número a número, culminando el camino iniciado con The Courtyard y Neonomicón. Brillante.

5.PACIENCIA, de Daniel Clowes

A estas alturas nadie le puede discutir a Daniel Clowes que es uno de los autores más importantes e influyentes del cómic americano de los últimos 30 años. En su último trabajo se aleja de la experimentación formal de Wilson, su trabajo más reciente (aunque no el más recientemente publicado) y regresa a la reinterpretación melancólica e introspectiva de la ciencia ficción que ya vimos en El rayo mortal (publicada originalmente en 2004, pero que aquí llegó en 2013). Aquí Clowes nos ofrece una historia de viajes en el tiempo con un hombre totalmente obsesionado con la posibilidad de evitar el asesinato nunca resuelto de su mujer. Una historia muy bien llevada que mantiene en vilo hasta el final.

4. LAMIA, de Rayco Pulido

Un thriller estupendo ambientado en la Barcelona de la posguerra, con la sombra de un sanguinario asesino acechando sobre la ciudad. Rayco Pulido realiza su mejor trabajo hasta ahora, una obra redonda que atrapa al lector con un guión hitchcockiano y no lo suelta hasta la última página.

3. EL SHERIFF DE BABILONIA, de Tom King y Mitch Gerads

Éste ha sido el año de Tom King, que también ha firmado The Vision para Marvel, con la que ha entrado en casi todas las listas de mejores tebeos del año en América. Para mí no está mal, pero quizá porque yo no soy muy de superhéroes me quedo con esta serie que creó para Vertigo, un thriller ambientado en el Bagdad posterior a la invasión americana. King trabajó para la CIA en Irak antes de volver a América para escribir comics, sabe de lo que habla y pinta una situación realista con personajes nada maniqueos y muchos tonos de gris.

2. EL ALA ROTA, de Antonio Altarriba y Kim

Más que secuela, complemento a la misma altura de la ya mítica El arte de volar de los mismos autores, con la que forma un díptico difícil de superar. Tras contar la vida de su padre en aquella, Altarriba se dio cuenta de que en la obra había dejado de lado de manera injusta a su madre y le dedica a ella también un libro, y después de leerlo no cabe más que decir que sí, que ella también se lo merecía. Imprescindible.

1. LAST MAN, de Balak, Sanlaville y Vivés

Esta serie ya había entrado en mis dos últimas listas de los mejores comics del año, y con todo merecimiento. Pero una y otra vez, cuando piensas que no puede darte más sorpresas y que ya sabes por dónde van a salir los autores, éstos introducen nuevos giros que llevan la historia a otro nivel. No ha dejado de crecer hasta cotas que la aparente simplicidad de sus primeros volúmenes no permitía imaginar que alcanzaría. Ninguna lectura me ha dejado tan sin aliento este año como esta serie. Por favor, no os la perdáis.

MENCIONES ESPECIALES:
Como todos los años, me dejo fuera de la lista un montón de obras que me parece que merecen al menos una mención. Así que, como ya es habitual, voy a recogerlas aquí al pie de la lista y así aprovecho para hacer un comentario general sobre lo que se ha podido leer este año, sobre todo también como una especie de recordatorio para mí mismo.

En América las dos grandes se encuentran en un gran momento. De Marvel el título más alabado este año ha sido The Vision (tanto que éste sí que he tenido que leerlo), pero también se han llevado muchas alabanzas títulos como Viuda Negra, Spider-Woman, Caballero Luna o Ms. Marvel, e incluso los títulos de Star Wars han tenido muy buena respuesta. El gran evento del año ha sido la Civil War II, pero la verdad es que no ha alcanzado el buen resultado de la primera. Y es que Bendis es buen guionista pero no tiene el punto transgresor de Millar para agitar los cimientos de todo un universo. En su subsello Icon ha seguido apareciendo espaciadamente Powers y también la última serie de ciencia-ficción de Millar, Empress.
DC por su parte parece que está ahora mismo realizando algunos de los mejores tebeos en bastante tiempo de sus tres héroes más populares, Batman, Superman y Wonder Woman. También han lanzado unas extrañas revisitaciones de personajes de Hanna Barbera que, sin estar mal, han pillado a muchos lectores con el paso cambiado. Pero, bueno, a mí de DC lo que me ha interesado siempre ha sido la línea Vertigo, donde este año hemos visto títulos como Clean Room, Frostbite, Unfollow, la longeva Astro City o el divertimento punk de Last gang in town, además de la abortada Slash & burn, que a mí me gustaba pero la cerraron a los seis números, o el Sheriff de Babilonia que ya está en la lista. No es mala cosecha.

Image sigue afianzada como la tercera grande, con superventas como Los muertos vivientes e Invencible, de la que se anuncia un inminente final, y algunas de mis series favoritas como Lazarus, Saga, Paletos cabrones, Balas perdidas o The Wicked + The Divine. Pero los buenos títulos que ha estado publicando Image este año han sido muchos: además de los cinco que han entrado en la lista, ha tenido series como Las tierras otoñales, Birthright, Bitch Planet, Cry havoc, Descender, Este del Oeste, Eclipse, Faster than light, The Fuse, Glitterbomb, Green Valley, la muy gamberra I hate Fairyland, Inyección, Invisible republic, Jupiter's Legacy, Kill or be killed, Low, Monstress, Moonshine, Muerdeuñas, No mercy, Nowhere men, Paria, Postal, Bella Muerte, Prophet, Reborn, Red One, Revival, Rumble, Seven to eternity, Sex, Snotgirl, Southern Cross, Surgeon X, No son como nosotros, Ladrón de ladrones, Velvet, The violent, Violent love... Y no quiero olvidar Morning Glories, que este año sólo ha publicado su número 50, quedando en pausa a media serie, y manteniendo a sus seguidores en ascuas sobre todos los enigmas que van a quedar abiertos como no regresen.

Dark Horse ha perdido volumen de mercado en los últimos años, pero no será por calidad, porque estan acertando mucho con los proyectos que publican. A títulos consolidados como los del universo Hellboy, Usagi Yojimbo o Groo han sumado colecciones como Black Hammer, Briggs land, Ether, Harrow County, House of penance, o Mae, y novelas gráficas como Aleister & Adolf o The New Deal (que es del 2015 pero la he descubierto este año al aparecer en español), además de Dept. H que ha entrado en la lista.
Por su parte, Archie Comics ha seguido consolidando su reiniciado universo, aunque de las nuevas series solo Josie and the Pussycats parece alcanzar el estupendo nivel de Archie y Jughead. Su linea de terror ha vuelto a quedar este año un poco desatendida, pero es lógico si tenemos en cuenta que el guionista de esos títulos ha estado un poco ocupado escribiendo el inminente desembarco de Archie en la televisión.
Otra editorial que prepara desembarco televisivo es Valiant, con el tercer universo superheróico cohesionado más importante del cómic americano. Por el momento han seguido ganándose el favor del público con la buena acogida de series como Archer & Armstrong, Faith o Generation Zero, además de otros títulos al margen como Britannia, terror en época romana.
Pero quizá la editorial que más está creciendo sea Boom! Studios, que a títulos juveniles como la exitosa Leñadoras, Goldie Vance o The Backstagers ha unido series como la ya mencionada Weavers, Joyride, Namesake, Slam!, Strange attractors, The Woods o la divertida Giant days, una de las mejores comedias que se están publicando ahora mismo y que se ha ganado la consolidación como serie regular.

En cuanto al resto del panorama americano, igualmente ha habido cosas muy buenas entre las editoriales más pequeñas. Oni Press ha publicado series como Jeff Steinberg, Letter 44, Stumptown o The bunker, que parece haberse tomado actualmente una pausa. Fantagraphics ha lanzado el nuevo volumen de Love & rockets de los hermanos Hernández y las nuevas entregas de Hip hop family tree, después de que Ed Piskor abandonase el formato webcómic para pasarse al comic-book. Drawn & Quarterly ha publicado María lloró sobre los pies de Jesús, lo nuevo de Chester Brown, y también suyo fue lo último de Adrian Tomine, Intrusos, que salió a finales del 2015 pero que yo descubrí este año ya en español. IDW publicó Satellite falling, Archangel (con guión de William Gibson, padre del cyberpunk) o las nuevas aventuras de Dirk Gently's Holistic Detective Agency. Dynamite publicó Control o The great divide. Titan publicó Mycroft Holmes and the Apocalypsis Handbook (con guión de Kareem Abdul-Jabbar, leyenda de la NBA), Peepland y nuevas aventuras de Tank Girl. Terry Moore cerró Rachel rising e inició una nueva serie, Motor Girl. Jeff Smith dibujó por vez primera en mucho tiempo nuevas páginas de Bone, para el libro que conmemoraba el 25 aniversario de la serie. Y, para acabar, dos títulos que han estado muy cerca de acabar en la lista: la relectura siniestra del subgénero de las magical girls de Tomboy, publicado por Action Lab, y la comedia nostálgica 4 kids walk into a bank, publicada por Black Mask.

En cuanto a cómic europeo, este año la cosecha ha sido bastante buena. Memorables álbums hemos tenido con Gringos Locos de Schwartz y Yann, Escapar de Guy Delisle o La luna al revés de Blutch, por no hablar de maravillosas revisitaciones de clásicos como El hombre que mató a Lucky Luke de Bonhomme o el divertidísimo Spirou de Pánico en el Atlántico de Trondheim y Parme, para mí mejor que las nuevas aventuras oficiales del personaje (aunque éstas también merecen la lectura). Además se está reeditando un material añejo estupendo.
De manga en cambio poco puedo decir, porque la verdad es que reconozco que no le presto excesiva atención habitualmente, y cuando me pongo suelo leer alguna de las muchas obras que se me escaparon anteriormente, así que me mantengo desactualizado. De acuerdo a las recomendaciones de los que saben, el manga del año ha sido Chiisakobee, de Minetarô Mochizuki, además de cualquiera de las muchas obras que se han publicado este año de Junji Ito. Tomo nota para echarles un vistazo en cuanto pueda. Por lo demás, y de los pocos autores que sigo, Urasawa sigue con un Billy Bat que sigue teniendo momentos fascinantes pero que ya no estoy seguro de si sabe a dónde va, y los creadores de Death Note y Bakuman han iniciado una nueva serie llamada Platinum End que de momento se deja leer.

En cuanto a los webcómics, este ha sido el año del final de Homestuck, más de ocho mil páginas después, incluyendo animaciones y minijuegos. Sus literalmente millones de seguidores contemplaron un final bastante abierto y, aunque su creador Andrew Hussie ha reconocido que le gustaría añadir algún epílogo para cerrar cabos sueltos, lo cierto es que su futuro parece más cerca del mundo del videojuego que del cómic y que, además, cuando varios meses después añadió una coda, más que cerrar lo que hizo fue abrir muchos más interrogantes.
Por lo demás, sigo esperando a que Winston Rowntree regrese de vez en cuando a Subnormality, dado que otros compromisos han hecho que tenga prácticamente abandonado mi webcómic favorito. Este año sólo una actualización, aunque, eso sí, de las que valen la pena. A cambio, me he podido refugiar en Eh, tío y Strong female protagonist, dos webcomics estupendos que merece la pena seguir.

Y por último, queda hablar del cómic español. Ha sido un año en el que muchos autores han decidido centrarse en el mismo período histórico, la posguerra española, dando lugar a obras de mucha calidad pero con diversidad de géneros. Además de El ala rota o Lamia, de las que ya he hablado, ahí han estado también Jamás tendré veinte años, de Jaime Martín; la divertida El solar, homenaje de Alfonso López a Carpanta y otros personajes de Escobar; y la nueva entrega de Paracuellos de Carlos Giménez. A éstas podría sumarse también Interperie, adaptación de Javi Rey de la exitosa novela de Jesús Carrasco, que no deja clara su ubicación temporal pero que no estará muy lejos, como Vencedor y vencido, cierre de la trilogía de Sento dedicada al Doctor Uriel y que trata, precisamente, del final de la guerra.
También han destacado las historias de género negro como Cuentas pendientes de Sergi Álvarez y Sagar Forniés o Palos de ciego, de El Irra. Santiago García y Luis Bustos entregaron el segundo volumen de ¡García!, que aun siendo muy bueno no me convenció tanto como el primero, aunque desde luego me deja con ganas de que se venda mucho para que los autores tengan que continuar con el personaje. Victor Puchalski se marcó un tour de force estilístico con Enter the Kann. Marcos Prior y David Rubín realizaron un manifiesto político con Gran Hotel Abismo. Alberto González satirizó la política española con Todos los hijos de puta del mundo. Carlos Giménez habló de la vejez en Crisálida. María Llovet progresa como autora con la sorprendente Insecto. Javi de Castro adaptó los escritos de María Hernández para crear una estupenda obra acerca de sobrevivir al cáncer en Que no, que no me muero. Y aunque no son realmente españoles sino argentinos incluyo en este apartado también a Diego Agrimbau y Lucas Varela, cuyo Diagnósticos me ha gustado mucho.

Y dejo lo mejor para el final: el cómic aragonés ha vivido un año estupendo. La razón es obvia: ¡este año he publicado un cómic! Los Amanticos: el huevo de dragón, dibujado por Daniel Foronda, que no es porque yo lo diga pero está bastante bien, y que ha hecho dignamente de telonero para Amantes: la leyenda de Teruel, adaptación de la historia de los Amantes de Teruel dibujada por Juanfer Briones. Al año que viene, si todo va bien, sacaremos otro de los Amanticos.
Además el cómic aragonés ha dado títulos de tanto nivel como La bondad y la ira, de Juan Pérez y Daniel Viñuales; Descubriendo a Mosén Bruno, de Maxi Campo, Azagra y Revuelta; Todos somos cocinicas, tercera entrega de los libros de cocina en cómic de Xcar, Azagra y Revuelta; Memorias de un pene selecto de Carlos Melgares, que, ojo, no os engañe su estética feísta, es un tebeo muy disfrutable; una nueva entrega de La guerra que dan las galaxias de Kalitos; Los guionistas, el acercamiento de Roberto Malo y Moratha a las interioridades de la industria del porno; un nuevo Little Renna de José Antonio Rubio y Daniel Zarzuelo... y además Álvaro Ortiz este año en vez de sacar un tebeo sacó dos: su acercamiento a Caravaggio Dos Holandeses en Nápoles y un amplio cuaderno de viaje imaginativamente titulado Viajes.
Como remate, el fanzine Los Diletantes logró llevarse el premio al Mejor Fanzine en el Expocómic de Madrid... ¡un fanzine en el que yo colaboraba! ¡Albricias!

Y con esto cierro el resumen del 2016. ¡Espero que hayáis apuntado muchos títulos y los busquéis! ¡Y que tengamos todos feliz año!